Si tu mascota ha estado jugando cerca de pinos, abetos o cedros, puede haber entrado en contacto con la Thaumetopoea pityocampa, un lepidóptero conocido como procesionaria del pino. Su nombre está vinculado a su particular manera de desplazarse en estado de larva (como oruga): en hilera, como si fuera en procesión.
![]() |
Larva de Procesionaria del Pino |
La principal característica de esta oruga es que está recubierta de pelos que, al desprenderse de su piel, quedan sobre la tierra o flotando en el ambiente. Estos pelos resultan muy urticantes y alérgicos, generando diversos problemas en las personas y sus mascotas.
Los perros, sobre todo los cachorros, sienten gran curiosidad al observar cómo se desplaza la procesionaria. Por eso no es raro que le den un lengüetazo o hasta que se coman la oruga. Esto hace que los pelos de la procesionaria se claven en la lengua del animal o en su piel, liberando una sustancia tóxica que ataca al perro.
![]() |
Procesionaria del Pino adulta |
El contacto con la procesionaria es tan grave que la lengua del perro sufre una necrosis y hasta se termina cayendo el trozo que estuvo en contacto con la oruga. Si el contagio llegó hasta la laringe, el animal puede asfixiarse y morir.
Ante los primeros síntomas, es imprescindible llevar a la mascota al veterinario. Un primer paso es lavar la zona infectada con jabón y agua tibia para eliminar el tóxico. El profesional puede suministrar además antihistamínicos y corticoides, ya sea localmente o a través de una inyección. En los casos más graves, en los que el contagio alcanza la laringe, se necesita de una traqueotomía para evitar la asfixia del perro.